Un amigo te acepta tal cual eres.
Cree en ti y no se rinde contigo.
Perdona tus errores y se entrega incondicionalmente.
Te ayuda a levantarte y te invita a reintentarlo.
Simplemente “esta” contigo y te mantiene cerca de su corazón.
Te ama por quién eres y hace una diferencia en tu vida.
Nunca te juzga ni te critica por tus errores.
Calma tus temores y eleva tu espíritu.
Dice cosas buenas acerca de ti porque te comprende, te valora.
Camina a tu lado y te explica cosas que no entiendes.
Te dice la verdad cuando necesitas escucharla.
Grita si es necesario, cuando no quieres escuchar y te baja a la realidad.
Si tienes un amigo así, cuidalo como un tesoro.
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