miércoles, 1 de agosto de 2012

ATORMENTADOS







Nuestras faltas nos atormentan,
y gemimos por sus persistencias;
las combatimos tibiamente
y se rehacen rápidamente;
no nos pierden pisada
y nos hacen la guerra a toda hora.


Nuestras tendencias declinan
facilmente a lo sensible,
y los sentidos se saturan de sensaciones;
la imaginación, la memoria y las impresiones
dejadas a su libre albedrio,
nos convierten en acumuladores de concuspiscencias.


Difícilmente nuestras carencias y defectos
podrán ser sanados totalmente,
ya que sus raices son muy profundas,
y las deberemos llevar con nosotros
por el resto de nuestros días


Así y todo,
podemos volverlas inofensivas
y sacar maravillas de ellas;
la Gracia de Dios
y nuestra plegaria fervorosa
nos acompañan.


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