Me alejé de TI y anduve errante.
Mísero de mí, que te abandoné
por dejarme llevar del impetu de mi pasión.
Maldito río de las costumbres humanas,
nadie puede resistir tus embates.
¿Hasta cuando arrastrarás a los hijos de Eva
hacia mares inmensos y tormentosos?
Oh DIOS, haz que yo te conozca,
como Tú me conoces;
Oh fuerza de mi alma!
penetra en mí, adecuándome a TI,
para que me poseas limpio y sin maldad.
San Agustín de Hipona
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