Cuando el corazón se rompe
lo hace en absoluto silencio.
Sólo los oidos del alma
perciben el grito de dolor.
Un grito que nadie más puede escuchar.
Un rugido tan fuerte
que los tímpanos estallan
y la cabeza se parte en mil pedazos.
A semejanza de un fiera atrapada
el corazón se retuerce en el pecho,
y presa del pánico llora sus sentimientos.
Herido de muerte agoniza
bañado en lagrimas de sangre.
Ardiente herida y profundo dolor
que sólo el bálsamo divino del amor
puede curar y cerrar para siempre.
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