La negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada.
Defensa provisoria que con el tiempo será sustituida por una aceptación parcial.Ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, más el enojo por lo general con Dios,
surge la fase de intentar un acuerdo para superar la traumática vivencia.
Cuando no se puede seguir negando, la persona se debilita, aparecen otros síntomas
junto a una profunda tristeza. Es un estado pasajero y preparatorio para la aceptación
de la realidad en el que es negativo intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas
por el lado positivo. Expresando su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará
agradecido de ello.
La aceptación no es una etapa feliz: es sólo el principio en donde se comienza a sentir paz
y ya no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor. La vida se va imponiendo
y la esperanza nos sostiene y nos da fortaleza pensando que todo dolor tiene algún sentido
y que en la vida nos espera algo importante. Buscar y encontrar una meta puede ser un estímulo
que alimente esa esperanza.
Ph. Dr.Elisabeth Kübler-Ross
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