jueves, 21 de octubre de 2010

PANDEMIA PELIGROSA


El tema de la corrupción ha tomado en la actualidad especial relieve,
sobre todo a raíz de la comprobación, en países extranjeros,
de vastas "redes" de negociados en los que han sido piezas claves
personas investidas de autoridad o colocadas en cargos públicos,
las que se han valido de su poder e influencias para favorecer
intereses no limpios y ganancias ilegítimas.
Los hechos que ha reseñadola la prensa han sucedido
en países en que abunda el dinero, pero no es seguro
que en naciones más pobres no exista el flagelo de la corrupción.

La corrupción se ampara en el silencio,
en manipulaciones "reservadas" que procuran no dejar rastro.
Cuando hace uso de la violencia y de amenazas hasta de muerte,
se le atribuye el nombre de "mafias" o "carteles".

Una vez que alguien ha cedido a las insinuaciones de la corrupción,
adquiere "tejado de vidrio" y se ve en la necesidad de guardar silencio
y de aceptar, mal que le pese, un status de complicidad:
quien se ha dejado corromper vivirá condicionado por el temor
de que su situación sea conocida y de perder su fama.

La corrupción radica ante todo en las personas,
pero se convierte en sistema, es decir en un "tejido" o "madeja"
en que se crean vastas interdependencias de las que es difícil
prescindir, incluso para aquellos que no son corruptos
y detestan la corrupción.

En todo acto de corrupción hay alguien
que corrompe y otro que se deja corromper,
pero influye también un ambiente corrompido
que no estigmatiza la corrupción y que incluso la acepta,
cuando no la fomenta.nadie pone en duda
que el dinero es una necesidad en el mundo actual.
Si se lo suprimiera sería inimaginable la sociedad moderna.

Sabemos también que el dinero no es "intrínsecamente perverso"
y que es posible hacer de él un uso moral,
conforme a los designios de Dios, si se lo maneja
como quien administra algo que El ha puesto en nuestras manos
y de cuyo empleo habrá que darle cuentas.

Sin embargo, y a causa de la impronta que el pecado
ha dejado en el corazón humano,
es fácil que los hombres empleen mal el dinero
y le atribuyan una importancia que no tiene.
Sobran ejemplos para demostrar que esto es,
por desgracia, una triste realidad.

La enseñanza del Apóstol San Pablo
es el eco fiel de la de Jesús:
Nadie puede servir a dos señores;
porque aborrecerá a uno y amará al otro;
o bien se entregará a uno y despreciará al otro.
No podéis servir a Dios y al dinero" (Mt 6, 24; Lc 16, 13).
Poco antes el texto de San Lucas habla del
"dinero injusto" (v. 9),en el sentido de que el dinero
 puede ser ocasión de cometer injusticias.
Estas palabras de Jesús explican por qué nos advierte que
"nos guardemos de toda codicia" (Lc 12, 15),
es decir de todo apego inmoderado a los bienes de este mundo.

Mons.Jorge Medina Estevez
Obispo de Chile

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