Cuando el sufrimiento y la muerte
adquieren el rostro de la violencia
amenazandonos cotidianamente,
la experiencia de la fragilidad
se impone con toda crudeza.
Hoy la humanidad
se encuentra inmersa en una experiencia de finitud
de proporciones históricamente inéditas.
Las falsas mascaras de los templos de seguridad
que la civilización occidental intento construir,
se han desmoronado y resurgen entonces
terrores primitivos que creíamos haber superado.
La desolación y el espanto ante lo que somos
capaces de hacer y sentir nos estremecen.
El panorama desconcierta hasta la angustia,
pues la violencia pone en riego el don de la vida
haciendo peligrar la perdurabilidad
de las raíces mismas de la humanidad.
La cultura de la muerte afecta todo nuestro ser,
la emergencia del infierno exterior
desata la violencia de ocultos infiernos interiores.
De este modo la injustificada violencia
engendra los monstruosos de una insaciable sed
y de venganza que nos endurece hasta el resentimiento.
Volver al perdón como centro de la vida comunitaria
es una posiblidad de revertir la situación trágica
y sin salida que parece haberse adueñado de nuestro mundo.
El perdón es ....
un don gratuitamente recibido,
el perdón puede ser .....
gratuitamente ofrecido
por el cristianismo al mundo actual
como clave para dar
el paso de la tragicidad al drama...!!
"No hay paz sin justicia...no hay justicia sin perdón
C.Avenatti di Palumbo
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