Debemos ser hombres de Dios y
para decirlo más sencillamente, hombres de oración con el suficiente valor
para arrojarnos en ese misterio
de silencio que se llama Dios
sin recibir aparentemente otra respuesta
que la fuerza de seguir creyendo,
esperando, amando y
por tanto, orando.
Karl Rahner S.J
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