"Decálogo de los Servidores de los Enfermos"
Honra la dignidad y sacralidad de mi persona,
imagen de Cristo, por encima de mi fragilidad y limitaciones.
Sírveme con amor respetuoso y solícito:
con todo tu corazón, con toda tu inteligencia,
con todas tus fuerzas y con todo tu tiempo.
Cuídame como tú quisieras ser atendido,
o como lo harías con la persona más querida
que tengas en el mundo.
Sé voz de los sin voz: hazte defensor de mis derechos,
para que sean reconocidos y respetados.
Evita toda negligencia que pueda poner en peligro
mi vida o prolongar mi enfermedad.
No frustres mi esperanza con tu afán e impaciencia,
con tu falta de delicadeza y competencia.
Soy un todo, un ser integral: sírveme así.
No me reduzcas a un número o a una historia clínica,
y no te limites a una relación puramente funcional.
Conserva limpios tu corazón y tu profesión:
no permitas que la ambición
y la sed de dinero los manchen.
Preocúpate por mi pronta mejoría;
no olvides que he venido al hospital
para salir recuperado lo antes posible.
Compadecete de mis angustias y sufrimientos:
aunque no puedas quitarme el dolor, acompáñame.
Me hace falta tu gesto humano y gratuito
que me hace sentir alguien y no algo,
o un caso interesante.
Y cuando hayas hecho todo lo que tienes que hacer,
cuando hayas sido todo lo que debes ser...,
no olvides darme las gracias.
de San Camilo de Lelis
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