Maestro, me siento tan poca cosa.
Me dicen que no sirvo para nada, que soy torpe y bastante tonto.
Qué puedo hacer para que me valoren más?”
El Maestro, sin mirarlo, le dijo:
Yo te puedo ayudar..pero primero,
ayudame a resolver un problema.
Toma el caballo y cabalga hasta el mercado.
Debo vender este anillo para pagar una deuda.
No aceptes menos de una moneda de oro.
Vete ya y regresa con esa moneda
lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió.
En el mercado, empezó a ofrecer
el anillo a los mercaderes.
Estos lo miraban con algún interés,
pero cuando decía lo que pretendía por el anillo
algunos se reían, otros le daban vuelta la cara.
Abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.
y le dijo al Maestro : lo siento,
no es posible conseguir lo que me pediste.
Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata.
El Maestro le respondió,
Debemos saber el verdadero valor del anillo.
Vuelve a montar y vete al joyero.
¿Quién mejor que él, para saberlo?
El joven volvió a cabalgar.
El joyero tomó el anillo a la luz del candil,
lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
-Dile al maestro, que si lo quiere vender ya,
no puedo darle más que 60 monedas de oro por su anillo.
El joven no podía creer lo que estaba escuchando
y corrió emocionado a casa del maestro
a contarle lo sucedido.
EL maestro después de escucharlo
y mirandolo fijamente a los ojos,
le dijo: Tú eres como este anillo.
Una joya, valiosa, única e irrepetible.
Pues entonces, no vayas por la vida
pretendiendo que cualquiera que se te cruce por el camino
pueda descubrir lo mucho que vales.
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