Hay despedidas que llegan súbita e inesperadamente, sin advertencia alguna.
Hay despedidas que podemos planear y hasta programar en el tiempo.La duración de la despedida no tiene importancia.
Lo que importa es cómo manejamos nuestras despedidas.
Podemos despedirnos con el corazón abierto y agradeciendo todo lo aprendido.
Podemos cerrar el corazón y decir con amargura que hemos vuelto a perder.
Podemos decir adiós con una actitud de confianza, fe y amor, en la creencia de que
unidos durante un tiempo disfrutamos de las cosas buenas de la vida.
Podemos decir adiós con el corazón abierto, sintiendo tristeza, añoranza y alegría.
Podemos decir adiós bloqueando nuestras emociones y afirmando que así es la vida.
A veces, las circunstancias de la vida, nos imponen decir adiós;
y no siempre podemos elegir el momento oportuno,
pero si podemos elegir las palabras de nuestro corazón...
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