jueves, 8 de septiembre de 2011

VIAJE EN TREN

La vida no es más que un viaje por tren:
repleto de embarques y desembarques,
salpicado de accidentes,
sorpresas agradables en algunos embarques,
y profundas tristezas en otros.
Al nacer, nos subimos al tren
y nos encontramos con algunas personas
las cuales creemos que siempre estarán
con nosotros en este viaje: nuestros padres.
Lamentablemente la verdad es otra.
Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos
huérfanos de su cariño, amistad
y su compañía irreemplazable.
No obstante, esto no impide a que se suban
otras personas que nos serán muy especiales.
Llegan nuestros hermanos, nuestros amigos
y nuestros maravillosos amores.
De las personas que toman este tren,
habrá los que lo hagan como un simple paseo,
otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje,
y habrá otros que circulando por el tren,
estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite.
Muchos al bajar, dejan una añoranza permanente;
otros pasan tan desapercibidos
que ni siquiera nos damos cuenta
que desocuparon el asiento.
Es curioso constatar que algunos pasajeros,
quienes nos son tan queridos se acomodan
en vagones distintos al nuestro.
Por lo tanto, se nos obliga hacer
el trayecto separados de ellos.
Desde luego, no se nos impide que durante
el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón
y lleguemos a ellos pero lamentablemente,
ya no podremos sentarnos a su lado
pues habrá otra persona ocupando el asiento.
No importa el viaje se hace de este modo;
lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas
y despedidas pero jamás regresos.
Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible.
Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros,
buscando en cada uno, lo que tengan de mejor.
Recordemos siempre que en algún momento del trayecto,
ellos podrán titubear y probablemente precisaremos
entenderlos ya que nosotros también muchas veces
titubearemos, y habrá alguien que nos comprenda.
El gran misterio, al fin, es que no sabremos
jamás en qué estación bajaremos, mucho menos
dónde bajarán nuestros compañeros,
ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.
Pienso si cuando baje del tren, sentiré nostalgia..
Creo que sí. Separarme de algunos amigos
de los que me hice en el viaje será doloroso.
Dejar que mis hijos sigan solitos, será muy triste.
Pero me aferro a la esperanza de que llegaré
a la estación principal y los veré.
Amigos, hagamos que nuestra estadía en este tren
sea tranquila, que haya valido la pena.
Hagamos tanto, para que cuando llegue
el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío,
deje añoranza y lindos recuerdos a los que
en el viaje permanezcan.

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