En la profundidad de la conciencia
descubre el hombre una ley a la que debe obedecer y cuya voz
suena con claridad a los oídos del corazón,
invitandole siempre con suave voz
a amar y obrar el bien y evitar el mal:
haz esto, evita lo otro.
El hombre lleva en su corazón
la ley escrita por DIOS,
a la que su propia dignidad
le obliga a obedecer
y según la cual será juzgado.
La conciencia es como un nucleo recóndito,
como un sagrario dentro del hombre,
donde tiene sus citas a solas con DIOS
( Gaudiun Spes)
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