jueves, 28 de julio de 2011

DONDE ESTAN LOS MILAGROS

Dónde están los milagros?
Preguntan los hombres y mujeres de hoy,
que van buscando por el mundo,
pruebas del infinito amor de Dios.
¿Dónde los estamos buscando,
si somos el Milagro más grande de la creación?...
El milagro de abrir los ojos a un nuevo día,
el tener la oportunidad de hacer de tu vida lo que quieras hoy,
el sentirte vivo a pesar de cualquier momento asumido,
el ser capaces de sentir los latidos que da sin parar el corazón.
Basta creer, no perder nunca la fe, ser capaces de ver más allá,
tener esa capacidad de asombro que nos ayuda
a disfrutar de la magia que nos ofrece la naturaleza
y toda la grandeza que en nosotros a semejanza de Dios, hay.
Cuando se es niño, se cree en los sueños, la magia
y la fantasía, tenemos la certeza que Dios todo lo puede
y que si luchamos por ello, nuestras ilusiones
se pueden hacer realidad;
a medida que pasa el tiempo y vamos creciendo,
los momentos fantásticos se volverán cada vez más cortos;
sin darnos cuenta, nos olvidamos de muchas cosas
y dejamos de creer en casi todo.
Quién no logra asombrarse cuando ve a un ser humano
que sin manos pinta con la boca o con los pies?
Quién no llora de emoción, cuando descubre que
alguien con alguna limitación alcanza cosas más grandes
que aquellos a quién aparentemente nada les faltó?
Cuando se piensa que se tiene todo, se limitan los sueños,
se debilita la fe, se acaba el sentimiento de búsqueda
nada se espera, se estancan las ilusiones, se acomoda el ser.
Por eso existe en la debilidad y fragilidad, un milagro más
que nos da la capacidad de llorar, de buscar, de esperar,
de llamar a la puerta y tener la certeza de que
seremos escuchados y se nos abrirá.
Muchos están a la espera de un milagro:
una sanación, un empleo, y cuando no se da
 lo que tanto pedimos, así como lo esperamos,
nos sentimos frustrados, creemos que Dios
no nos ha escuchado o nos ha abandonado.
No siempre los milagros suceden como los anhelamos,
quizás nos vienen de otra forma y ni cuenta nos damos;
no podemos permitir que nada nos quebrante la fe,
estamos vivos hoy,
y mientras eso pase, muchas cosas suceden
y otros más están por suceder; por eso,
no dejemos de pedir
y mucho menos, de agradecer

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