lunes, 1 de agosto de 2011

SALTO AL VACIO



No te inquietes por las dificultades
o zozobras de esta vida,
por sus desventuras, por sus altibajos,
 por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Sólo calla y piensa en lo que Dios quiere.
acepta los designios de su divina providencia.
Que importa que te consideres un fracasado,
si Dios te considera bueno, plenamente realizado,
a su gusto, a sus ojos: eso es lo que importa.
Piérdete del mundo, confiado ciegamente
en ese Dios que te quiere para Si.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas,
ni te hable en voz alta, ni le sientas a tu lado.
Piensa, en silencio, que estás en sus manos,
tanto más fuertemente sostenido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz, tranquiliza tu alma, bebe de sus manos.
Vive en paz. Que nada ni nadie te altere.
Que nada ni nadie sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga síquica, ni tus fallos morales, ni tus desencantos,
Haz que brote desde adentro,
y conserva siempre sobre tu rostro,
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige
para alentar tus pasos y tus decisiones.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios,
callada y confiadamente...
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete,
cuanto te preocupa o desmoraliza, es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Calla y confía.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado,
decepcionado o triste,
calla y confía...

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