jueves, 25 de noviembre de 2010

HA MUERTO UN HOMBRE




Un hombre que hizo del tiempo de su vida,
una acción sin interrupciones al servicio de un ideal.

Un hombre que hizo de sus ideales
una sucesión de realizaciones concretas.

Un hombre que en la soledad del deber,
hizo del ser un acontecimiento que trascendió a millares.

Un hombre que interpretó el amor al prójimo
en su dimensión más sublime... la espiritual.

Un hombre que  por respeto a ese amor,
padeció a menudo el desamor de la incomprensión.

Un hombre que en la fuerza de su convicción,
halló fuerzas para frontar
las debilidades de los confundidos.

Un hombre que en conocimiento
de la flaquezas humanas,
supo hallar en la sabiduría profunda
el vigor para comprender aquellas.

Un hombre que conociendo
la importancia del poder material,
no claudicó ante el poderoso.

Un hombre que a pesar de su poder,
no ignoró las necesidades de los débiles.

Un hombre profundamente imbuido
de la existencia de DIOS,
pero no por ello alejado
de la cotidianidad del hombre.

Un hombre que comprendiendo
la finitud de la existencia terrenal,
hizo de su tiempo terrestre
un ejercicio constante
para alcanzar el infinito espiritual.

Un hombre que al partir de este mundo,
hizo llegar a las lágrimas
a quienes se consideraban
sus hijos espirituales.

Un hombre que aún después
de su ausencia existencial,
impartió una vital e imperecedera
lección a sus seres queridos

a la memoria del Rabino Isaac Chehebar

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