Hay padres que adoptan
una actitud de policia con sus hijos.
Vigilar, controlar y corregir
no es la única función de un padre.
El diálogo es imprescindible.
Un dialogo lejos de sermones y monólogos,
que valore, que comprenda, que contenga,
que se interese por las emociones,
los problemas, las tristezas, las alegrias,
los triunfos y los fracasos de los hijos.
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