Las almas cercanas a DIOS,
no abdican de sus justas causas,
si lo hacen de sus inútiles preocupaciones;
concentrando con calma
sus fuerzas y multiplicando su confianza.
Abandonándose en DIOS,
descubren en lo infinito del tiempo y del espacio,
la mano de DIOS impulsando a miles de mundos
gigantesco e increíbles
a una marcha vertiginosa, la que encontrarán más tarde,
en los pliegues
de su ser interior y en la animación de cada uno
de los glóbulos que por millares circulan por las venas
de su compañero de viaje.
Cómo no ceder a la tentación de abandonarse a esta acción divina,
reina y maestra del universo, cuando ella misma
se ofrece gratuitamente como luminosa y segura Senda al Cielo.
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