viernes, 6 de mayo de 2011

PADRE LUIS DE MOYA( Testimonio de Vida)


En 1991, Luis de Moya, Sacerdote del Opus Dei,
sufrió un accidente de tráfico en el que salvó la vida por milagro.
En el choque sufrió la fractura de la cuarta cervical,
que le dañó la médula espinal y le hizo perder
toda la movilidad y sensibilidad de su cuerpo, de cuello para abajo.
Salvó la vida,pero tuvo que aprender a vivir
con un cuerpo maltrecho, dependiente de los demás para casi todo.
Luís vive en Pamplona, y su casa es un lugar
en el que se palpa el gran cariño que le tienen
las personas que lo atienden.
Es fácil entrar en su habitación y encontrarlo contestando él mismo
algunos correos electrónicos en su ordenador adaptado .
Luis afirma con rotundidad que“todo ser humano necesita
de un ambiente en el que pueda sentirse querido,
ya esté enfermo o sano, sea joven o adulto,
necesite una silla de ruedas o no la necesite.
Sentirse comprendido y ayudado por los demás
es una necesidad del hombre.
Tenemos sentimientos y corazón,
nos alegramos de las buenas noticias de los demás,
y lloramos con los que lloran.
Los animales no lloran, ni ríen; el hombre, sí.
Una persona que recibe cariño y da cariño
es imposible que piense en suicidarse,
pues ese amor ayuda a sostenerse, a seguir trabajando.
Sentirse querido y necesitado es muy importante.
Es necesario que exista el cariño entre las personas
que uno tiene más cerca, y esto no significa que alguna vez
uno esté de mal humor por las molestias o los dolores,
pero a la vez hay que esmerarse por poner buena cara
pensando en los demás por ofrecer los sufrimientos a Dios....
“Yo no podía permitirme entrar  en una dinámica negativa,
pensando constantemente en lo desgraciado que soy
por haber sufrido un accidente de tráfico.
Sabía que tenía que seguir trabajando en mi labor sacerdotal”,
seguir dando clases y trabajando como capellán en la Escuela
de Arquitectura de la Universidad de Navarra,
así como colaborando con otros sacerdotes en labores pastorales
Lo importante es saber que soy hijo de Dios, y sé que Dios me quiere
y no me dará nunca nada propiamente malo. Si Dios hubiera permitido
por maldad el accidente que originó la lesión que sufro,
Dios hubiera sido cruel, y eso no es posible en Dios.
Dios es siempre bueno, y todo lo que reciba de Él es para bien mío
y de los demás; por eso considero que no he perdido mas
que un billete de escaso valor teniendo en cuenta todos los millones
que de Él he recibido y sigo recibiendo.
Quizá es que pensamos poco en lo que somos y valemos
siendo humanos: porque Dios nos ha querido personas.
Y no está la grandeza de ser humano,  en el movimiento:
¡cuántos animales nos superan con creces en velocidad y agilidad!,
pero ni razonan ni aman, ni tienen un destino eterno en el Cielo".
(www.opusdei/)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Podés dejar tus intenciones y pedido de oraciones