El tesoro del hombre
no está en la tierra,
sino en el cielo.
Nuestro pensamiento
debe apuntar sienpre
donde está nuestro tesoro.
El hombre
tiene un hermoso deber
orar y amar...
y si oraís y amaís,
habreís hallado la felicidad
en este mundo.
Todo aquel
que tiene el corazón puro
y unido a DIOS,
experimenta en si mismo
una suavidad y dulzura
que lo embriaga,
y es alumbrado
por una luz admirable.
La personas que oran,
son como peces en el rio,
están entregados totalmente
al buen DIOS.
Muchas veces pienso que,
cuando vamos adorar al SEÑOR
obtendriamos todo lo que le pedimos
si se lo pidiéramos con una fe muy viva
y un corazán muy puro.
No hay nada que ofenda
tanto al buen DIOS
como desesperar
de su Divina Misericordia
Juan Maria Vianney
santo cura de Ars
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