Era un tipo normal, clase media, carácter fuerte…
Siempre sonriente, incluso cuando sabía que un cáncer
se lo estaba llevando.
Descubrió a Dios en los rostros de los pequeños
...y pobres de su país, y de ahí surgió su vocación.
Poseído de Dios no se reservó nada para sí mismo…
El “patroncito”,como le llamaban los niños de la calle
y los obreros,marcó a una generación entera
a la que puso en contacto con Dios.
Cambió sus vidas. Muchos optaron por vivir radicalmente,
instalarse en una población pobre para servir
a quien lo necesitaba, otros entraron de lleno en la política,
algunos acogieron en su familia a niños abandonados
y lucharon por sacar adelante a los marginados
Un grupo extraordinario dispuesto, como él decía,
a "dar hasta que duela"! Un “contemplativo en la acción”,
un hombre capaz de mirar su tiempo desde la fe
y descubrir en los acontecimientos la llamada de Dios
a "poner el amor en acciones más que en palabras"
.De allí sus palabras: “El pobre es Cristo”.
Fue un cristiano auténtico y un místico de la acción social.
Si hoy pudiera hablarnos, estoy seguro que diría:
“¿para qué os preocupáis tanto por asegurar la vida?
La vida es para regalarla. Se puede ser feliz con muy poco.
Lo único importante es hacer feliz a los demás”.
“Este mundo tiene necesidad de gente joven
que en vez de acumular títulos y privilegios,
se lance a interrogarse ¿qué quieres DIOS de mi?’.
Más que profesionales el mundo necesita
hombres y mujeres que amen”.
Estoy seguro que desde el cielo nos está diciendo algo así…
lo que no se muy bien es qué responderemos…
a nuestro querido Jesuita...
San Alberto Hurtado
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