martes, 14 de diciembre de 2010

SER LUZ

Había una vez,
hace cientos de años,
en una ciudad de Oriente,
un hombre que una noche
caminaba por las oscuras calles
llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura
en las noches sin luna como aquella.
En determinado momento,
se encuentra con un amigo.
El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es Guno,
el ciego del pueblo. Entonces, le dice
¿Qué haces Guno, tú ciego,
con una lámpara en la mano?
¡Si tú no ves!
Entonces, el ciego le responde:
Yo no llevo la lámpara para ver mi camino.
Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria.
Llevo la luz para que otros encuentren su camino
cuando me vean a mi...
No sólo es importante la luz que me sirve a mí,
sino también la que yo uso
para que otros puedan también servirse de ella.

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